Al despertar, la silueta de tu esencia danzaba en mi mente, convirtiéndose en una constante, un mantra, un eco incesante que resuena sin importar el espacio o el tiempo.
¿Cómo podría escapar de tu influencia, cómo sacarte de mi psique, cuando cada pensamiento tuyo me hace vibrar, al igual que un árbol susurra sus secretos al viento que lo roza?
Tus rasgos, esa belleza única, me llevan a desear una eternidad a tu lado. Solo puedo expresar este anhelo profundo mediante estas líneas, que nacen de un corazón que late al ritmo de tu nombre.
Las noches se convierten en un escenario de esperanza, donde arriesgaría cualquier certeza por sentirte a mi lado.
Con mi almohada como única confidente, navego por mundos oníricos donde nos perdemos juntos.
¿Será el capricho del destino o simplemente el diseño del universo?
No lo sé. Desde aquel inicio como amigos, hemos trascendido cualquier etiqueta. Quizás percibas ironía en este camino, pero desde el centro de mi ser, puedo afirmar que eres el faro que ilumina mi inspiración.
Me pregunto si, en algún rincón de tu mente, yo ocupo un espacio similar al que tú ocupas en la mía.
Las fantasías se desatan, pintando escenarios y momentos en los que tu sonrisa es el protagonista, llevándome a un éxtasis de alegría.
Y, aunque tu mera existencia aporta serenidad a mi caos, hay una melancolía que me embarga. Es la pesadumbre de un amor clandestino, de emociones que solo pueden gritar en el silencio.
Ansío la cercanía, pero mientras eso llega, me encuentro en este limbo, en esta espera, donde lo único que puedo hacer es soñar y anhelar nuestra unión.
Anónimo
