How to detect that we are being lied to

pa1gv por pa1gv
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El ser humano miente y lo hace frecuentemente.

Esto no significa que lo hagamos, ni mucho menos, con mala intención. Todo el mundo ha dicho alguna vez alguna mentira piadosa. ¿Quién no ha dicho que una comida estaba espléndida, cuando no había quien se la comiera, pero no queríamos decepcionar a quien nos la había ofrecido?

Aunque así, a simple vista, creamos que mentir puede resultar sencillo, no lo es. Para el cerebro no es nada fácil.

Partimos de la base de que para el cerebro es muchísimo más difícil mentir que decirla verdad.

Cuando decimos la verdad simplemente acudimos a nuestro recuerdo, lo cogemos y lo contamos.

Mientras que cuando mentimos, el cerebro se tiene que multiplicar ya que existen dos historias que no debemos olvidar nunca, porque la mentira no sustituye a la falsa. La historia que es cierta, el cerebro la tiene que arrinconar en la última esquina de nuestra mente, amordazarla para que ni se mueva, ni se la escuche, y a la vez, tiene que ir construyendo ese castillo de naipes que es la mentira.

¿Y cómo se construye la mentira?

Pues se tiene que hacer un discurso coherente, tienen que incluirse una serie de detalles, tiene que además, memorizarse.

Cuando alguien dice la verdad, no necesita memorizarlo, lo tiene en el recuerdo y además, y contra lo que mucha gente piensa, el mentiroso observa a la víctima del engaño, tiene que darse cuenta de si la persona le está creyendo o si por el contrario, muestra signos de duda o de incredulidad, por si tiene que ajustar el discurso.

Ante la mentira, la labor del cerebro ha de multiplicarse y, ¿qué es lo que ocurre cuando tiene que hacer todo esto y además, lo tiene que hacer todo a la vez? Que comete errores, que deja huellas.

¿Donde comete errores el mentiroso? En el lenguaje, en la manera de hablar, en el comportamiento y lo peor de todo ésto, es que generalmente ni siquiera se da cuenta.

Algunas de las huellas que suele dejar la mentira en nuestro cerebro son:

* La propia historia : La persona que nos puede estar mintiendo se centra en la historia principal. Aquí suele mostrarse la primera huella. No existen/describen ni emociones ni pensamientos. Por ejemplo : Una persona llega tarde a una cita o no aparece. Cuando le preguntamos, nos responde que se le estropeó el coche, que no le arrancaba, que nos diga, por ejemplo, que pensó en llamar un taxi para que fuera a buscarle, que ya volvería al día siguiente a recoger el coche o también que nos diga que sintió miedo porque resulta que estaba en un descampado y le asustaba un poquito ese ambiente oscuro. Tanta explicación resulta, cuan menos, dudosa. Ya tenemos la primera huella.

* Vayamos a otra huella : Generalmente el mentiroso no es el protagonista de la propia historia. Entonces lo que ocurre es que el cerebro delata que no cuenta la historia habitualmente en primera persona. ¿Qué es lo que hace entonces? Habla en tercera persona, habla con plurales o habla con los verbos en pasiva cuando lo hace. Pero lo que hace es alejarse. A ésto se le denomina «lenguaje de distanciamiento». Es otra pista que nos dan.

* Un detalle más: Sus discursos son cronológicamente perfectos. No tienen lapsus en el tiempo. Cuando contamos una historia, el recuerdo no es perfecto. Sin embargo, cuando nos están contando una mentira, el mentiroso lo relata como si se tratase de la mejor de las novelas. Y realmente es así, ya que se trata de una ficción que se ha inventado.

¿Cómo pillar a un mentiroso?

Algo que suele ser bastante eficaz es pedirle que nos cuente la historia pero al revés, empezando por el final y acabando en el principio. Habitualmente no pueden hacerlo porque se han inventado la historia en orden. Creerá entonces que la recuerda sin problema y que sí que va a poder hacerlo. Le parecerá incluso divertido, un juego. Pero NO lo es. Les cuesta esfuerzo ya que la mente tiene que volver a recrear todo la mentira, detalle por detalle. Y se delatará él mismo. Además, si le pedimos que nos cuente de nuevo la historia pasados unos días, nos lo contarán exactamente igual que la primera vez, ya que está memorizada en el recuerdo.

* Otra huella aparece cuando les sacamos de su zona de comfort. Cuando les pedimos detalles que no han contemplado mientras inventaban su historia, cuando les hacemos preguntas que no esperan. El cerebro tiene que trabajar muchísimo.

Descoordinar los tiempos verbales y hacerles preguntas que no se esperan, pedirles más información que no se imaginaba el cerebro la comienza a inventar, comienza a construir ese castillo de naipes.

Por lo tanto, si escucháis a una persona que mezcla en su relato según estáis preguntando, varios tiempos, en pasado y en presente, cuidado!!!

Además de las pistas que nos deja el lenguaje, algunas se muestran también en el comportamiento.

Imaginemos que ahora vamos a dejar de escuchar y nos vamos a centrar en la vista.

La primera y la más importante es que el ser humano, para comunicar nuestras emociones, lo hacemos através del rostro.

¿Qué le ocurre a la persona que no nos cuenta la verdad? Que habitualmente las palabras y las emociones que aparecen en el rostro, no coinciden. Un ejemplo: Si una persona nos dice que se ha perdido su perrito, deberíamos de ver tristeza en su rostro. El mentiroso nos va a contar una historia que a lo mejor es muy triste o que se supone que le enfada mucho, pero no vamos a ver la tristeza en su rostro, no le vamos a ver la ira, incluso detectaremos emociones contradictorias.

Es interesante observar a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Cuando estamos convencidos de algo, en general, utilizamos gestos con las manos (gestos ilustradores). Es decir, hablamos también con nuestras manos que son unas grandes comunicadoras, como si fuéramos una gran orquesta que está interpretando una sinfonía

La persona que dice ver la verdad sus manos le acompañan, enfatizan lo que dice.

Al mentiroso, las manos se le congelan. Mentir anula su gestualidad. El cerebro está trabajando muchísimo más y lo primero que abandona es la gestualidad de sus manos, y esto nos lleva a otra huella. Justamente centrándonos en las manos, también pasamos de los gestos ilustradores a los gestos manipuladores. La persona que está mintiendo evidentemente sabe que miente y su cerebro está inquieto, está nervioso, no está a gusto. Entonces su cerebro necesita descargar tensión nerviosa. Ésta tensión nerviosa habitualmente la descargamos mediante el contacto físico, con el tacto. Eso nos relaja. El mentiroso deja de ilustrar con sus manosy empezar a manipular, es decir, comienza a tocar los diferentes objetos que pueda tener a mano (anillo, reloj, colgante, ropa ……) o bien su propio cuerpo (la frente, el pelo, el cuello….). Estos gestos manipuladores reflejan que la persona se encuentra muy nerviosa.

Y la última huella es el efecto fuga que adquiere el cuerpo, se coloca en posición de salir corriendo. Y es que el cerebro del mentiroso, cuando está sacando esas mentiras de su mente, tiene dos emociones que se incrementan: la culpa y el miedo.

¿Y qué le provoca al cerebro cuando tiene miedo y cuando tiene sensación de culpa? Salir corriendo.

Y aunque piense que no da muestras de ello, sí que las da. En muchas empiezan a moverse en el asiento que parece que no pueden parar; otra estando sentados también se agarrana los brazos, incluso de la silla y hacen ademán de levantarse. No se están dando ni cuenta pero nos está diciendo su cerebro que se quiere marchar y se quiere ir, y de pie se colocan en posición de fuga.

Hasta aquí hemos podido ver muchas de las huellas que deja la mentira. Parece que con todas estas huellas ya hemos descubierto al mentiroso. Pero NO. No le hemos descubierto.

Hay unas advertencias muy importantes que hay que hacer en este mundo de la verdad y la mentira. En primer lugar hay que conocer muy bien a las personas, porque podemos estar con una persona que habitualmente no gesticula. No pasa nada. Cada uno somos como somos. Por el contrario podemos estar con una persona que es más bien nerviosa y se suele recogerse el cabello. No pasa nada.

Antes de juzgar y decidir si nos están o no mintiendo, conozcamos bien a la persona para no caer en lo que se llaman «falsos positivos de engaño».

En segundo lugar, el estudio de esta materia requiere mucho entrenamiento y mucha práctica. Aunque veamos una, dos, tres señales de engaño, no significa que nos estén mintiendo. Se necesitan muchísimas más señales.

Esto nos lleva a la cuarta: nunca existe un 100% de seguridad de que una persona nos pueda mentir.

Nuestro consejo : lo primero, no mentir ya que, como hemos relatado en este artículo, nuestro cerebro se está agotando innecesariamente. Y tener cuidado si vemos que existen muchos indicadores de engaño en la persona que tenemos delante.

Podéis atacar al mentiroso con el arma que más daño le hace: LAS PREGUNTAS.

No lo olvidéis porque la verdad no teme a las preguntas.

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